CUADERNO DEL CAMINO DEL CID

Hace poco más de cuatro años, y tras haberlo conocido a través de Internet, se me ocurrió hacer el Camino del Cid a pie, emulando a aquellos antiguos viajeros e ilustradores del período del romanticismo y reflejando en un cuaderno algunos de los paisajes y rincones que encontrase a mi paso. Como tengo responsabilidades familiares, tendría que hacerlo recorriéndolo por espacios de tiempo, es decir, dispondría de quince días, y allá donde acabase, sería el inicio del camino al siguiente año. Mi buen amigo Jesús, compañero de tantas aventuras, me acompañaría, y una cosa teníamos clara desde un principio, y era que no nos pondríamos metas y caminaríamos sin prisas, se trataba viajar disfrutando de cada momento, a veces oyendo el trino de los pájaros en los sotos, otras recreándonos con el vuelo pausado del buitre,  o viendo saltar a los corzos entre los trigales, hablando con sus gentes, disfrutar de una fresca y merecida cerveza, dibujar o escribir un diario en el caso de Jesús.

Nuestro recorrido comenzó una mañana de mayo en la pequeña localidad burgalesa de Vivar del Cid, al norte de la ciudad castellana. Aquí nació Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador, y aquí daría comienzo nuestra ruta, iniciándola junto a una roca a modo de hito denominada "legua cero".