Acompañado de la familia, circulo en la furgo por carretera y tras dejar el cruce de Antequera, abandono la autovía y me adentro por un carril de tierra sin saber a donde me llevará. Al rato, llego a un cortijo en ruinas. Se trata del cortijo de Silillo, un cortijo cuyo suelo, tanto en el interior como en los alrededores, está agujereado por cientos de madrigueras de conejos. De echo encuentro un par de cráneos de lagomorfo. Saco el cuaderno y el pilot negro e intento plasmar la imagen del viejo cortijo. No me gusta como está quedando, no cojo las proporciones, no me gustan los trazos; me crispa, me detengo , cojo aire y lo intento a lápiz. "Esta vez si" me digo. Una vez terminado, dejo el color para casa y hago una foto. Anda por allí cerca un señor, y al ver mi interés por los viejos cortijos, me da indicaciones de como llegar a otro que está cerca de éste. Se lo agradezco y me dirijo, siguiendo las indicaciones, a ese otro cortijo. Mirando los mapas averiguo que se trata del cortijo de las Lomas. Otro dibujo a lápiz. Muy cerca, de la entrada de este, hay un almendro en flor, tan florido que me animo a dibujar una de sus ramas. Luego continúo circulando por el carril y, tras dejar atrás algún que otro cortijo, llego a Cartaojal, una pedanía perteneciente a Antequera, lugar perfecto para acabar la jornada de hoy tomando una cerveza y una tapa.
