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domingo, 24 de septiembre de 2017

BENAOJAN

            Para visitar la Cueva de la Pileta, es conveniente llamar por teléfono previamente para concretar el día de la visita, ya que el acceso a su interior se efectúa con grupos reducidos de 20 a 25 personas. Para llegar a ella viniendo desde Málaga, habrá que atravesar el pueblo de Benaoján y tomar la carretera que se dirige a Jimera de Líbar. A poco más de cuatro kilómetros, un rótulo indicativo a nuestra derecha nos dirige al aparcamiento donde dejaremos el vehículo. Desde aquí, tendremos que salvar los 101 escalones de una escalinata tallada en la dura roca caliza y que nos llevará tras unos cuantos resoplos a la caseta de información y a la boca de la cueva.


La Cueva de la Pileta fue descubierta por un lugareño, D. José Bullón Lobato, en 1905 cuando recolectaba excremento de murciélago para utilizarlo como abono. Con el tiempo sería declarada Monumento Nacional y posteriormente Bien de Interés Cultural.
El guía que nos acompañará en la visita reparte una lámpara portátil por parejas y, tras una pequeña charla sobre el descubrimiento de la cueva y sobre normas a seguir durante el recorrido, nos ponemos en marcha. El grupo se estira en una fila y a su paso se iluminan las salas y el interior de las galerías, de tal manera, que se crean juegos de luces y sombras mágicas y sobrenaturales. Resulta muy complicado describir la grandeza y la belleza que alberga su interior. Durante el recorrido a visitar, atravesaremos lugares y rincones con nombres como la galería de los Murciélagos, la Sala del Castillo, la Cascada Negra, la Cascada Principal, el Salón, la Nave Central, las Termópilas, el Salón del Lago, el Desfiladero, los Órganos, el Baño de la Reina Mora y la Sala del Pez, todo en una distancia aproximada de unos 500 metros. En dicho recorrido el guía nos mostrará bellas formaciones, como estalactitas, estalagmitas, columnas, gours, coladas y banderas, todas ellas creadas por el trabajo lento y constante de la Naturaleza a lo largo de cientos de miles de años. En cuanto al arte rupestre mostrado, aparecen dibujos esquemáticos, de zoomorfos y de una gran variedad de animales como caballos, toros, cabras, un pez, una foca o un lince, entre otros. También se muestran restos de cerámicas y útiles utilizados por aquellos hombres que habitaron en antaño la cueva.
 Durante la visita, nuestro interlocutor nos deleitará con cosas muy curiosas de esta gran cavidad. Algunos ejemplos son:
. Aquí habitan colonias de murciélagos que llegan a sumar unos 18.000 ejemplares.
. En algunos lugares podremos observar las manchas negras dejadas por el humo de las hogueras que hacían aquellos individuos como, por ejemplo, en la Cascada Negra.
. La cueva fue recorrida por un río subterráneo hace unos treinta millones de años, lógicamente, antes de la ocupación humana.
. En el Salón de las Pinturas, actualmente cerrada al público, se encuentran pinturas de animales, entre las que cabe destacar la pintura de un reno a tamaño natural y la de un pez con cuatro metros de longitud.
. El dibujo de un caballo mostrado en una de sus paredes tiene una antigüedad de más de 40.000 años, lo que la hace una de las pinturas más antiguas de Europa.
. A baja altura, a la derecha en el sentido de marcha hacia el interior de la gruta y en una especie de hornacina natural abierta en la roca, nuestro guía nos mostrará el dibujo de una figura humana con un arco de caza.
. Otro personaje curioso mostrado será el llamado “Icaro” o “el Hechicero” que es la representación de un hombre, que pudo haber sido un “chamán” y que parece estar cubierto con plumas. Junto a él, aparecen pinturas de vulvas u órganos sexuales femeninos.
. Algunas de las estalactitas están rotas como consecuencia del tremendo terremoto que asoló Lisboa en 1755.
. Se han encontrado numerosos restos óseos animales como cabras, osos o caballos, así como de humanos fosilizados en distintos puntos de la cavidad, como por ejemplo en la Sala del Jardín o en el fondo de la Gran Sima, ambas cerradas al público.
Por todo esto, bien merece la pena una visita a la cueva. Los amantes, como un servidor, de la Historia y de la Naturaleza, lo agradecerán. Eso sí, una recomendación, los que seáis frioleros, llevaros una prenda de abrigo, ya que la temperatura en el interior suele rondar los 15º y el recorrido dura poco más de una hora.
Como las fotografías en el interior están prohibidas os muestro algunos de los dibujos realizados en mi cuaderno de ruta.



            En el Museo Arqueológico de Málaga, el que fue el antiguo edificio de la Aduana, podremos observar algunos objetos encontrados en el interior de la cueva, un posible colgante fálico, la “Venus de Benaoján”, así como por ejemplo esta concha de un gran bivalvo usada como lámpara móvil...


o este trozo de estalagmita usada como lámpara fija. 



                Benaoján, aparece como un pueblo “estirado” longitudinalmente por la falda de la sierra a la que llaman de Juan Diego. Estamos en pleno verano y el calor aprieta, con lo que la visita es incompleta, rápida y fugaz. Sólo algunas pocas fotos a rincones bellos y pintorescos.




            La iglesia de Nuestra Señora del Rosario se levantó entre finales del siglo XV y principios del XVI muy seguramente, y como casi siempre ocurre a lo largo de la historia, sobre el solar que ocuparía la anterior mezquita musulmana. Desde su construcción a sufrido bastantes reformas, lo que ha hecho que su estado original haya cambiado bastante a lo largo de todos estos años.


                Paramos para reponer fuerzas en el bar-restaurante “Las Banderas”, situado en el kilómetro 12 de la carretera de Ronda a Benaoján. Allí, la amabilidad de Pepe, hace que pasemos un rato muy agradable mientras comemos en la terraza y a la sombra. Tras el café, que nos devuelve a la vida dejando atrás ese sopor del que somos víctimas tras el buen yantar, retomamos el camino.  Nos dirigimos a la entrada de la Cueva del Gato.


            De joven, estuve federado en espeleología y tuve la oportunidad de recorrer su interior. La verdad es que nunca le encontré parecido a la cara de un gato, nombre por el cual recibe su nombre. Esta cueva, situada dentro del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, forma parte del denominado “Sistema Hundidero-Gato”. Por su boca manan las aguas frescas y cristalinas del río Guadares y que en breve se unen a las del río Guadiaro.  
            Al llegar a la boca de la cueva sentí dos sensaciones bien contrastadas y enfrentadas. Por un lado, me vino el maravillosos recuerdo de aquellas noches en la tienda de campaña, con los compañeros de espeleo y aquellas intensas sensaciones al recorrer el interior de la cueva con el corazón a mil por hora; la “Sala del Gours”, el “Cabo de las Tormentas”, La “Gran Estalagmita”, “Dunas”, el “Paso del Guerrillero”…Por otro lado, no puedo evitar que una decepción me estremezca el cuerpo al contemplar el lugar con decenas de personas, con sus toallas extendidas, sus neveras portátiles, sus bolsas de comida, sus latas de refrescos, sus perros sueltos…La próxima vez que vuelva, intentaré que sea en otra época que no sea verano, me gusta ver el lugar más tranquilo y con menos bullicio.
            Por último, ni que decir tiene, que la entrada a su interior está prohibida salvo que te expidan un permiso. Es peligrosa si no tienes un mínimo de conocimiento y aún siendo así, se ha cobrado la vida de más de una persona. Si estas palabras no te convencen, sólo tienes que buscar una pequeña placa de mármol con una inscripción en la parte alta, a la izquierda de la entrada de la misma.