El día se ha
despertado nublado en Arenas. Es temprano, y la idea de fotografiar con las
primeras luces de la mañana se ha desvanecido rápidamente al ver la pobre luz
que baña el paisaje.
Decidimos
hacer tiempo y nos vamos a desayunar al bar “Juanete”, situado prácticamente en
la entrada del pueblo. Café con leche y un “pitufo” de pan, con baicon, queso,
tomate y mayonesa, nos cargan las pilas y comenzamos con brío nuestro
recorrido. Lo hacemos desde la Fuente Árabe, a la entrada del pueblo.
Se localiza
a nuestra derecha, por debajo del nivel de la carretera. Su posterior reforma, en un intento de darle ese toque oriental, no me convence. Me
gusta más lo que veo a través de las rejas que hay en la puerta de entrada. Aguas
transparentes, paredes de roca y ladrillos encalados, sus verdes culantrillos…
Retomamos
nuestro camino por la avenida principal y nos topamos con una escultura
dedicada a la Mula, animal protagonista en una feria que celebran aquí, anualmente, los "arenuscos"y que tiene como objetivo principal recuperar las labores agrícolas que se efectuaban con
la
ayuda inestimable de estos animales. Paso a paso, comenzamos a ganar altura…Arenas
es un pequeño pueblecito perteneciente a la región malagueña de la Axarquía y
forma parte de la denominada “Ruta del Mudéjar”. La palabra Axarquía proviene
del árabe “sarqiyya” y significa “parte oriental” o “región oriental”, y es efectivamente,
el lugar donde se encuentra enclavado este municipio. Cuando caminas por sus
calles y plazuelas es casi como si lo hicieras por algún poblado del norte de
África. No cabe duda, que en sus blancas calles intrincadas afloran sus raíces
árabes.
Llegamos a
una placita presidida por una fuente pequeña pero coqueta. En dicha plaza, se
encuentra el edificio que antiguamente sirvió de Casa Consistorial, hoy
convertido en Consultorio médico.
Muy cerca, en una de las callejas que parten de aquí, vemos
una casa, cuya parte inferior está abierta con tres arcos de ladrillo al paso
de gentes y de vehículos.
Con paso
tranquilo llegamos a la plaza de la iglesia, y como bien indica su nombre, aquí
se haya la iglesia de esta localidad dedicada a Santa Catalina Mártir, levantada
en el antiguo solar que ocupó la anterior mezquita en el siglo XVI. En 1926, y
como consecuencia de un descuido con unas velas, la iglesia sufrió un incendio quedando el edificio bastante afectado, Un año después, seria
reformada, pero su antiguo minarete, lo que actualmente es la
torre con campanario, tuvo que ser sacrificado y de tener tres cuerpos pasó a
tener sólo dos. En mi opinión, hoy por hoy, este minarete no destaca por su
belleza. Nuevamente, en la década de los años 40, el edificio sería sometido a
nuevas reformas. Me aproximo a la puerta de acceso, aunque en mi interior tengo
la convicción de que me la voy a encontrar cerrada, y efectivamente, así me la
encuentro, pero en ese momento la diosa fortuna me sonríe y una señora, al ver
muestro interés por ver su interior, se presta muy amablemente a conseguir la
llave del edificio y llevarnos a su interior. Ángela, que así dice llamarse
esta señora, me cuenta algunos pasajes curiosos del edificio, como que en el
incendio que sufrió el edificio en 1926 su abuela consiguió salvar de la quema
a la custodia que guarda la hostia tras ser consagrada. Nos muestra las
distintas dependencias del edificio, así como la pintura mural que pintó el
artista malagueño Evaristo Guerra en una de las paredes del baptisterio.
Me ofrece la posibilidad de subir al campanario, cosa a la
que acepto encantado. Una estrecha escalera de peldaños toscos recorre el interior del minarete y nos lleva al campanario, donde cuelgan dos campanas, una
más grande y con más antigüedad que la otra. Tras un rato de charla, nos
despedimos de Ángela, la cual, no ha dejado de mostrarnos una bonita sonrisa durante
toda la conversación, agradeciéndole toda su amabilidad y simpatía mostrada.
A medida que
el día avanza las nubes desaparecen y el sol pega con fuerza. Montamos en el
coche y ponemos rumbo a nuestro siguiente lugar a visitar. A la salida del
pueblo se aprecian los cultivos predominantes de esta zona y que son el olivo,
el almendro y la vid.
subir por una empinada calle que nos llevará a la iglesia. Me
llega un olor a vino, y a nuestra derecha, un señor en pie y con sombrero, nos
ofrece un trago de vino. Lo acepto gustosamente y nos invita a pasar al interior
de la vivienda, la cual, tiene acondicionada como bodega, llena de barriles de
distintos tamaños y de trastos varios. Ente sorbo y sorbo le damos a la hebra.
El vino lo elabora él mismo, Rafael, que así se ha presentado. Me dice que fue
torero, y me enseña una foto en blanco y negro, enmarcada en la vieja pared, en
la que se le ve vestido de luces y ante un toro en el albero, según me comenta,
en una plaza de toros de Barcelona. “¿Cuál fue su nombre artístico?” le
pregunto, “Rafael de Rosario; Rosario por mi madre”.
La iglesia
de Nuestra Señora de la Concepción fue levantada en el siglo XVI y es de estilo
mudéjar. Lo que más destaca de ella es su alminar, construido en el siglo XIII
y resto de la antigua mezquita. Este alminar me encanta, con sus viejos ladrillos encalados, y con sus
pequeños arcos de herradura apuntados y ciegos hechos
de una manera tosca.
Deseo ver el interior de la iglesia, de la que he leído que
aparecieron restos de pinturas murales en sus paredes, así que tras seguir las
indicaciones de unas vecinas al preguntarles por quien puede tener la llave de
la parroquia, allá que me voy. Llamo a la puerta de una casa y me abre una
señora. Le doy los buenos días y le digo amablemente que me gustaría ver el
interior de la parroquia. Respuestas como “ahora mismo estoy limpiando pescado”
o preguntas como “¿para qué quiere ver la iglesia?” me hacen saber rápidamente
que me voy a quedar con las ganas de verla. “Tendrá que venir usted a las siete
de la tarde que es cuando se reza el rosario” o “puede usted venir el último
domingo del mes que es cuando se da misa”. No valen de nada mis escusas; la
decisión la tiene tomada. Si Ángela en Arenas fue la cara de la moneda, esta
mujer en Daimalos fue la cruz.
La iglesia
de Daimalos cuenta con una leyenda que está cargada de intriga y de misterio.
Según parece, corría el siglo XVIII cuando un sacerdote venido de Tolox, llegó
a la parroquia para hacerse cargo de la misma. Al poco tiempo de su llegada,
comenzaron a desaparecer objetos de valor y empezó a engatusar a los lugareños
con terribles historias apocalípticas y a pedirles dinero para sus misas a
cambio de la salvación. No contento con esto, también engañó a algunas mujeres con las que mantuvo relaciones sexuales. Un día, desgraciadamente para él, fue descubierto todo el engaño. Se dice
que las gentes del pueblo cogieron al párroco promiscuo y a varias de sus
amantes y fueron emparedados en una de las paredes de la iglesia. Desde
entonces, son muchos los que en el silencio de la noche, al pasar junto a este
lugar oyen lamentos. Dicen que son los lamentos y sollozos de las ánimas que claman
piedad desde el otro lado del muro implorando su perdón.
Este muro es el llamado "el rincón de las ánimas".
No es la
única leyenda con la que cuenta Daimalos como veremos a continuación. A las
afueras del casco urbano, aunque próximo al mismo, se encuentra una bella
fuente árabe.
Se
trata de un pequeño aljibe de época almorávide nazarí, que lo sitúa entre los siglos XII y XV. Tiene
unas dimensiones aproximadas de tres metros cuadrados y una entrada con arco de
herradura.
Asomándonos
a su interior, vemos como el fondo del aljibe es de roca y es
por donde mana el agua. En esta zona cuelgan cantidad de culantrillos. Tiene un
bello techo abovedado construido en ladrillo y en el que tiene incrustados unos
cuencos de cerámica. Es realmente muy bonito. Cuenta una leyenda que, en época
musulmana, una joven mora veía pasar sus años sin que el amor llegase a ella.
Viendo que su lozanía pasaba sin encontrar pretendiente, decidió buscar consejo
en un sabio santón del pueblo de Sayalonga. Éste, le dijo que bebiese varias veces al día
del agua de esta fuente. Tras seguir el consejo del santón la joven encontró al
poco tiempo el amor que tanto ansiaba. En ella, y siguiendo los pasos de aquella mora, han venido mucha gente a beber buscando esa recompensa amorosa. Desde entonces, a esta fuente se le
conoce como la Fuente del Amor.
Arenas tiene más cosas que mostrarnos pero el tiempo apremia y tenemos que regresar a casa.
El próximo día visitaremos Canillas de Albaida.
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