Estos apuntes fueron realizados a lápiz, in situ sobre el terreno, y al día siguiente, ya en casa, les di color a la vista de las fotografías que realicé en el lugar. Mientras mi mujer se dedicaba a coger espárragos en compañía de nuestra inseparable perra "Candela", yo me dediqué a hacer un par de bocetos de alguna de las antiguas y ruinosas construcciones que se encuentran repartidas por la margen derecha del río Guadalmedina. Gracias a las últimas lluvias caídas recientemente en nuestra provincia, el río trae un buen caudal de agua, y que tras varios días arrastrando materiales del terreno, hace que sus aguas vallan a desembocar al mar con magnífica transparencia. Me resultó una mañana muy gratificante: el cauce con agua, el gorgoteo incesante del paso del líquido elemento abriéndose camino entre piedras, cantos rodados, saltos de agua y la vegetación, el canto de las aves, el verdor de la hierba crecida y yo dibujando en soledad. Podéis creerme, fueron unos momentos maravillosos.
Estos restos formaban parte de antiguos ingenios, molinos que funcionaron en antaño, cuando el cauce del río debió llevar un volumen de agua mucho más caudaloso y el río Guadalmedina era un río de verdad. Uno de estos dibujos, pertenece al conocido como "molino del Inca", un antiguo batán, dedicado a la fabricación de papel, construido en la primera década del siglo XVIII. Esta construcción me gusta tanto, que decidí dibujarla desde perspectivas diferentes, y eso que ya la dibujé en otra ocasión, en uno de mis paseos por esta zona.
El otro dibujo, el de la derecha según miramos el cuaderno, se trata de los restos de una antigua noria que se encuentra cerca del anterior y aguas arriba. La dibujé desde la otra orilla, sentado sobre la canalización del acueducto de San Telmo, una grandiosa obra de ingeniería de la que hablaré en otro momento.
Esta foto es de hace un par de años
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