Un consejo: os recomiendo que una vez allí, le pidáis al encargado, un vasito de vino dulce de los montes y, mientras lo degustáis sorbo a sorbo, decirle que os cuente como se ha transformado este parque desde cuando sus laderas se encontraban tapizadas de viñas hasta su estado actual repoblado de pinos carrascos. Os garantizo que os resultará muy interesante y Jesús, que así se llama el mencionado guarda, estará encantado de contároslo.
Y una cosa más, aprovechad la visita y llegaros al sendero que discurre paralelo al arroyo Chaperas, muy cerca del lagar. Se trata de un corto, pero agradable paseo apto para todas edades. Al cruzar el puente de madera que llega al carril, girar a la izquierda y llegaréis sin perdida nuevamente al lagar de Torrijos.
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